Cambiaron la pelota de fútbol por celulares, pistolas y drogas. Se olvidaron que eran niños y debían estudiar para tener un próspero futuro y buscaron la salida por la puerta fácil, la que conduce a la cárcel o a la muerte. Eran tan solo unos niños cuando recibían instrucciones de la persona que les proveía alimentos, ropa y hasta protección, si le eran fiel. Su misión era ubicarse en los alrededores de los mercados de Comayagüela, con mayor dedicación en la séptima avenida, en donde tenía su centro de operaciones Héctor, o Juan Portillo, alias “Gato Negro”, quien fue encontrado torturado y asesinado en un sector del municipio de Danlí, departamento de El Paraíso, en abril de 2010.Según reveló a EL HERALDO un miembro de los cuerpos de investigación del Estado, estos niños convertidos ya en adolescentes y adultos “se encargaban de cuidar, dar seguridad y distribuir drogas, pero sobre todo seguridad; eran los que le cuidaban la zona de los mercados”. Estos menores cambiaron los carritos y las potras por convertirse en guardias sin uniforme. Con la muerte de Portillo, estos menores quedaron a la deriva, pues se habían acostumbrado a recibir dinero, comida y cierto respeto (más que todo por el miedo que infundían). Al perder la protección del “Gato Negro”, estos menores decidieron fundar su propia organización denominándola Los Chirizos. Esta agrupación, con presencia en diferentes barrios y colonias del Distrito Central, comenzó a operar en los mercados y colonias aledañas, como la Francisco Morazán, San Martín, 14 de Febrero, la zona de los mercados y el Cementerio General, en donde las autoridades descubrieron varias fosas comunes donde enterraron a sus víctimas. Para tener más poder permitieron el ingreso de exintegrantes de las maras Salvatrucha y la 18.Los Chirizos no han sido denominados por las autoridades como una mara, sino que siguen siendo una banda criminal, ya que su presencia no se ha extendido a nivel nacional, sino que solo en el Distrito Central.
Su territorio
Las calles estrechas y polvorientas de las colonias San Martín y 14 Febrero, ubicadas en la parte alta del Cementerio General, son huellas del daño provocado por estos vándalos. Esta zona es una evidencia de la desigualdad en que vivimos, pues a pesar de que hay casas con algunos lujos también existen las otras, construidas con viejas tablas. En la 14 de Febrero, las autoridades han contabilizado al menos seis viviendas de las que se han apoderado estos bandoleros para utilizarlas como “casas locas”, hasta donde llevaban a sus víctimas para torturarlas, asesinarlas y después desmembrarlas.Al recorrer las calles de estas colonias parece que fueran pueblos desiertos, pues los vecinos no se asoman ni a la ventana y poca gente o ninguna se puede ver transitando el lugar. Sin embargo, esta banda criminal poco a poco ha ido perdiendo territorio, pues, de manera permanente, elementos de la Policía Militar del Orden Público (PMOP) realizan patrullajes las 24 horas del día, logrando así capturar a muchos de sus integrantes, incluyendo a los que cuidaban las fosas comunes que habían hecho en el Cementerio General. Mientras que en la colonia San Martín el escenario casi es igual de desolador, pero, a diferencia de la 14 de Febrero, los propietarios de las casas que estuvieron en poder de Los Chirizos, y que fueron recuperadas por los militares, han regresado a ellas y otros han optado por realizarles mejoras y rentarlas.
Sus delitos
Al igual que las principales maras y pandillas, esta banda criminal está vinculada a una serie de delitos, entre ellos: narcomenudeo, sicariato, cobro de extorsiones, secuestros y trasiego de armas.Estos jovencitos de conducta rebelde también acostumbran raptar a las víctimas de sus delitos y desmembrarlas; por haber crecido entre los mercados, aprendieron a desmembrar a las personas como si se tratará de una res.A diferencia de las dos maras tradicionales, este grupo usa ropa ajustada a sus cuerpos, además algunos de ellos usan corte de pelo rapado, pero con una línea de cabello en el centro y lucen tenis hasta la altura del tobillo. Muy pocos lucen tatuajes alusivos a la agrupación y en sus muñecas usan pulseras con colores alusivos a la bandera de Jamaica.
Encarcelados
Los Chirizos tienen una mayoría de integrantes con edades comprendidas entre los 9 y 15 años, comenzaron a operar como banda criminal en 2010, después del asesinato de su protector; sin embargo, las autoridades detectaron su accionar y casi de forma inmediata se produjo la captura de sus cabecillas, siendo estos exintegrantes de la MS-13 y la Mara 18. Y desde entonces se ha continuado con la captura de muchos de sus miembros, entre ellos niños y niñas y muchos jovencitos. Actualmente los integrantes de esta organización guardan prisión en las cárceles de Comayagua y en la Penitenciaría Nacional Marco Aurelio Soto (PNMAS), en Támara.
Fuente: elheraldo.hn
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