De Cecilia Cruz
A cuantos de nosotros nos ha tocado escuchar las típicas preguntas:
¿Existe el crimen perfecto?, ¿Cómo puedo borrar una evidencia?, ¿Cómo puedo esconder un cadáver? Y mi favorita… ¿Cómo puedo matar a alguien sin ser sospechoso o resultar culpable?
Algunas personas ven en un criminalista a un asesino en potencia o a una pieza del rompecabezas a colocar estratégicamente, nos describen como fríos, insensibles, analíticos y curiosos de la muerte, pero ¿Qué tanto hay de cierto y porque piensan que somos así?
La respuesta es muy simple, asocian nuestro trabajo con el crimen, cuando nuestra función primordial es brindar los elementos necesarios y suficientes para la procuración de la justician en un hecho delictivo, no estamos para asesorar al criminal y mucho menos para ajustar una verdad a conveniencia, ese es trabajo de un abogado, el trabajo de un perito debe ser imparcial y profesional, no hay dinero que pague una conciencia tranquila, el orgullo de haber procedido con honor, honradez y sobre todo ética; nos llaman, peritos a la carta, porque asumen que al pagar una cantidad de dinero tienen la capacidad de modificar la verdad conocida y al final la verdad histórica .
Como ciudadanos pedimos justicia a este gobierno y vemos a diario noticias sobre niñas muertas bajo la cama, suicidios con ahorcamiento y un balazo, 43 estudiantes extrañamente calcinados en un basurero sin que nadie se percatara de la magnitud de las llamas y mucho menos del olor; estos son solo algunos ejemplos de los alcances que tiene un pericial ajustado a una verdad comprada, aportemos un poco a la situación de nuestro país compañeros criminalistas y peritos en general.
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