
De Cecilia Cruz
Recuerdo perfectamente bien el día de mí primer levantamiento, está dentro de mis 5 momentos favoritos en la vida, el vals de mí boda (imposible olvidarlo sólo por mi canción favorita, “November Rain”), el nacimiento de mis hijos, el cobro de mi primer quincena, mi nombramiento y mi primer levantamiento.
¿Cómo olvidarlo?, recibí toda clase de llamadas de atención por mi torpeza, pise una mancha hemática, moví un caballete, pero la más significativa fue cuando al levantar al occiso comenzaron a rodar lagrimas por mi rostro. Era un hombre de entre 45 y 50 años en una bicicleta que vendía pan, había sido asaltado, me pregunte muchas cosas, sobre todo, ¿Cómo reaccionaría la familia al enterarse de su muerte?, ¿Tenía esposa, hijos, madre, padre, novia? ¿Cómo sufriría la familia al verlo en ese estado? y después lo que menos esperaba, la gente aviso a la familia, llegaron al lugar su esposa y el hijo mayor, la escena fue desgarradora al escuchar los gritos de dolor y las suplicas a Dios porque no se lo llevara, no podía concentrarme, lógicamente comencé a perder objetividad y los nervios comenzaron a traicionarme, tirando todo tipo de cosas que llegaban a mis manos, hasta que mi maestro me levanto y me dijo:
“Este es nuestro trabajo, tienes que ser fuerte, el occiso necesita que seas profesional, objetiva y que hagas una correcta recolección de los indicios para así colaborar a que su homicidio no quede impune, tienes 3 minutos para llorar y después regresa a darle justicia y dignidad a este hombre”
Esas, fueran las mejores palabras que recibí como regalo en esta carrera, aun hoy día al levantar a un occiso sigo generándome muchas preguntas sobre sus vidas y siento pena por el enorme dolor que la familia sentirá por su partida, en algún momento compartí mi pensamiento a un perito de renombre, muy experimentado, me dijo que muy posiblemente yo era “El PEOR PERITO DE MEXICO” ya que debemos hacer nuestro trabajo de forma fría y sin hacernos preguntas, al final el muerto ya estaba muerto…
Respeto profundamente al colega del cual me reservo su nombre por respeto, pero no es así, no para mí al menos, el trabajar con la muerte no implica que perdamos el sentimiento de asombro, de ver cómo nos deshumanizamos cada día más y vivir la muerte como algo muy común, si, morir es parte natural del ciclo de la vida, mas no ver decapitados, desmembrados, mujeres asesinadas brutalmente, niños y niñas ultrajadas y múltiples formas de asesinato que últimamente son moda y el pan nuestro de cada día, lo que siento en mi muy particular punto de vista que es la deshumanización en peritos y practicantes es, levantar moviendo cuerpos con los pies, aventándolos a las camillas, dejando caer el cuerpo tal vez por el peso, lo entiendo, pero la reacción inmediata me da asco “risa”.
Si por sentir pena soy “EL PEOR PERITO DE MÉXICO” prefiero serlo y conservar ese pequeño detalle que nos diferencia de las piedras “humanidad”, algo que todos deberíamos conservar al hacer nuestro trabajo y pongamos más empeño no solo en el levantamiento sino en otorgar los elementos necesarios y suficientes para que el occiso tenga justicia y conservar su dignidad.
No creo que sea un buen perito quien te dijo esas palabras, opino que detrás de un profesional esta la humildad.
ser lo mas humano posible en este trabajo, es lo que hace la diferencia. felicidades por esto!
Después de leer su artículo, mi estimada Lic. Cecilia, me doy cuenta qu usted es de las pocas personas, hacen que sea dignificado su ramo laboral… la felicito. reciba un abrazo fraterno de su humilde servidor